Colombiamoda 2011: La mirada social y el desfile de Olga Piedrahita

En Colombiamoda 2011 el lema conciencia moda no es sólo un slogan publicitario, sino una realidad que se hace carne. El lunes 25 fuimos con todos los periodistas acreditados al almuerzo de bienvenida de la Alcaldía de Medellín, donde pudimos conocer la experiencia del Jardín Infantil La Huerta, ubicado en un sector vulnerable de la ciudad, pero con una infraestructura impresionante. Con esas imágenes transcurrió mi día, que terminó con el desfile inaugural de la diseñadora colombiana Olga Piedrahita. Una jornada agotadora (con problemas de Internet incluidos), pero llena de lecciones.

El paso por el Jardín Infantil La Huerta

Normalmente en un evento de moda, no se esperaría ningún tipo de "bajada social", menos transparencia a la hora de hablar de pobreza y vulnerabilidad. Sin embargo, en Colombiamoda las tendencias y el glamour van de la mano de la realidad dura, donde no todo es color de rosa y no existen las pasarelas, sino las calles pobladas de esfuerzo. La historia que quieren contar los organizadores de este evento está llena de matices y mi recorrido por el Jardín Infantil La Huerta fue prueba de ello.

Los topes de colores tiran agua, permitiendo que los niños se refresquen jugando (efecto pileta de plaza)

Los periodistas acreditados esperando el inicio del acto. De primer plano se ve a Sofía Beuchat, mi compañera de ruta

Acogido al plan "Buen comienzo", el lugar gozaba de unas instalaciones que cualquier jardín infantil privado en Chile desearía. De hecho con Sofía B comentábamos la estética escandinava del mismo y su vocación por las artes, que lleva a que niños en riesgo social puedan experimentar en sus inicios la lectura, la música, Internet y las artes escénicas como parte de su cotidianidad. Fue en ese entorno que pudimos recorrer y visitar -saqué muchas fotos e inevitablemente pensé en lo feliz que habría sido mi Leti en un lugar así- almorzamos todos los periodistas acreditados.

El Jardín Infantil está totalmente vinculado a su entorno

En la sala de los disfraces. Cada quince días los niños van rotando por las diferentes salas temáticas. A ella la amé!

En la oportunidad fui presentada a Eva Hughes -gracias Margarita de Condé Naste-, además almorcé con colegas de Italia, -entre ellos una chica de Vogue Italia, una pareja de Parthecipe y "la mitad colombiana" de Leiv Motiv-; Francia (Les Éditions Jalou); EE.UU. (Christy de la WGSN), y compartí con muchos latinoamericanos (Venezuela, Ecuador, Argentina, Panamá), que conocí a lo largo de las diferentes actividades.

Eva Hughes, directora de Vogue Latinoamérica entrevistada por una colega venezolana. Yo omité la foto groupie. Sorry!

Terminada esa actividad fuimos a conocer el metro-cable, donde se nos contó parte de la división socioeconómica de la ciudad y las soluciones que está buscando la alcaldía para mejorar la calidad de vida de los sectores más desposeído. De ahí pasamos al hotel y con Sofía B aprovechamos para ir a la plaza de Botero y luego recorrer El Tesoro, que es un mall que tiene una vista privilegiada de la ciudad, sobre todo del sector de El Poblado, donde se ubica mi hotel. Obvio compré algunos regalitos para mi Leti y Ale, y después tuve un pequeño margen para cargar pilas y cerrar la jornada con Olga Piedrahita.

Mi prueba de vida en la plaza Botero

El desfile de Olga Piedrahita

En una bodega industrial ambientada en una mezcla de "alta montaña" y "obra a medio construir", la diseñadora colombiana Olga Piedrahita, dio inicio a la pasarela Colombiamoda 2011.

Inspirada en la película Fitzcarraldo, su colección mostró a una mujer aguerrida, aventurera y sin temor a moverse tanto por la selva como la ciudad. Para ello elegió tonos nuetros en la que los grises y negros llevaron el pandero y donde el juego de formas y siluetas fue el punto alto, de un desfile no exento de dificultades.

De hecho, se cortó una parte de la iluminación en algunos sectores de la pasarela -¿les suena familiar los problemas de luz?- y la organización dictaminó comenzarla nuevamente, aunque ya iba por la mitad. Si bien el cambio alargó a aún más la jornada, permitió aplacar el sabor amargo, que dejó el desperfecto técnico.

Me gustó mucho el juego de las telas, símiles de paracaídas (en muchos casos) con gran peso visual, pero sin ser recargadas, con formas que reinventaban casi toda las décadas del siglo XX (30s, 40s, 50s, 60s y 80s). Sin embargo, me descolocó las prendas de corbatas. Al principio pensé que apelaban a una mujer que toma roles, antiguamente masculinos, pero leí que hacían mención a la tradición, lo que me pareció que no tenía mucho que ver ni conceptual, ni materialmente con lo visto en la primera parte del desfile, que sin duda fue lo mejor. Las corbatas demostraron que por muy probada que sea la fórmula, si no tienen consistencia con la inspiración general, sobra y se transforma en accesorio (literalmente).

Luego de los contratiempos el desfile cerró con Olga Piedrahita y todo su equipo en escena, lo que me pareció bellísimo, ya que se quiso mostrar que el valor de la marca no está dado sólo por su creadora, sino también por el esfuerzo grupal. En definita una nueva lección de conciencia moda con la que cierro transmisiones a pocas horas de iniciar un día que se vislumbra eterno.