Nuestra querida amiga y diseñadora colombiana Mónica Bursztyn estuvo hace algunos meses en Bolivia y de esa experiencia co escribió un interesante artículo sobre el coolhunting y si propia experiencia. Acá les dejo un fragmento para que le tomen el gusto a su vida como cazatendencias...
Mónica Bursztyn siempre lleva consigo un bloc lleno de notas y una cámara fotográfica. Recopila cuantas cosas novedosas pasan por sus ojos claros. No importa si está en el mercado, caminando por una calle, en una fiesta o en una boutique de marca. Esta colombiana, que es una trotamundos, ha desarrollado una rara habilidad de reparar en lo que todos miran, pero casi nadie ve... esos detalles que inspiran, dice ella, a las tendencias. Lo suyo, entonces, es tomarle el pulso a la moda. Ella es una coolhunter o lo que es lo mismo: una cazadora de lo ‘cool’.
Si alguna vez se preguntó quién está detrás de los cambios y movimientos de tendencias o quién es el que manda cómo hay que vestirse para estar a la moda, las respuestas las tiene esta colombiana, que estuvo hace unas semanas en Santa Cruz dando un taller sobre el funcionamiento sui géneris de una profesión que se consolidó a principios de los años 90, como una nueva disciplina del marketing, en EEUU.
La definición del Urban Dictionary para coolhunting dice: “La práctica de infiltrarse en culturas jóvenes y entenderlas para predecir futuras tendencias y estilos que sirvan de informe para desarrollar y comercializar nuevos productos”.
Ahora, el aprendizaje que deja la experiencia a Bursztyn le permite afirmar que “el trabajo de coolhunting se refiere a hacer predicciones sobre cambios o surgimientos referentes a la cultura de consumo y la moda. Ayudando a las empresas a estar preparadas para aprovechar las tendencias sociales emergentes”. La diseñadora pone un ejemplo: “En el desarrollo de una colección no sólo se ‘caza’, sino que también se interpreta y se vaticina lo que vendrá, acomodándola a lo real del mercado local”.
Pero, ¿para qué quieren las empresas disponer de todo este cúmulo de información? Muy sencillo. El objetivo no es otro que fabricar nuevos productos o adaptar los existentes a las exigencias de los consumidores, a las nuevas modas, a los nuevos diseños y a las nuevas estéticas. En definitiva, a estar un paso por delante de la competencia y a vender más. Según los expertos, disponer de dicha información supone una ventaja competitiva clave.
El concepto, que arrasa en Estados Unidos y en Europa, y que en Bolivia aún no es conocido, se ha convertido en el pilar fundamental en la industria de la moda, aunque un ‘cazatendencias’ también trabaja para sectores como arquitectura, gastronomía, arte o publicidad. Por ejemplo, una firma de videojuegos puede estar interesada en cuál es la música que escucha, qué es lo que lee o cómo habla un niño de 12 años. “No te olvides que es un área de mercadeo, donde se sale a la calle a entender qué es lo que está pasando o cómo los consumidores se están adecuando a las cosas que se venden en las tiendas, cómo le da personalidad a lo que usan. De las mismas personas se están extrayendo ideas”, aclara Bursztyn.
Los coolhunters, que son como los ‘intérpretes de la sociedad’, han demostrado que son muy eficientes. Algo que reconoció el vicepresidente del emporio de Giorgio Armani, Robert Triefus, que definió su trabajo como fundamental en el mundo de la moda. “Nos ayuda a saber más sobre las tendencias del sector y las próximas novedades”. Para Cécile Huyghe, responsable de mercado de Burjois-Chanel, un cazador de tendencias “permite conocer lo que ocurre en todo el mundo y nos aporta la inspiración que necesitamos para nuevos productos e ideas”...
Claro que obtener la información de un ‘libro tendencias’ (en el que se incluye bastante apoyo gráfico) no es nada barato. El sueldo de un coolhunter depende de una serie de factores, como la complejidad del estudio que realice, el tiempo destinado a ello, la dificultad para acceder al público que se debe analizar y la empresa que le contrate. Aunque no hay una tabla salarial definida, un profesional puede ganar entre $us 3.500 y $us 15.000... si no es más.
El método más habitual para reclutar un coolhunter es por la Internet, al menos esa la estrategia de la que suelen echar mano empresas como Puma o Harley Davidson. (sigue leyendo acá...)
Mónica Bursztyn siempre lleva consigo un bloc lleno de notas y una cámara fotográfica. Recopila cuantas cosas novedosas pasan por sus ojos claros. No importa si está en el mercado, caminando por una calle, en una fiesta o en una boutique de marca. Esta colombiana, que es una trotamundos, ha desarrollado una rara habilidad de reparar en lo que todos miran, pero casi nadie ve... esos detalles que inspiran, dice ella, a las tendencias. Lo suyo, entonces, es tomarle el pulso a la moda. Ella es una coolhunter o lo que es lo mismo: una cazadora de lo ‘cool’.
Si alguna vez se preguntó quién está detrás de los cambios y movimientos de tendencias o quién es el que manda cómo hay que vestirse para estar a la moda, las respuestas las tiene esta colombiana, que estuvo hace unas semanas en Santa Cruz dando un taller sobre el funcionamiento sui géneris de una profesión que se consolidó a principios de los años 90, como una nueva disciplina del marketing, en EEUU.
La definición del Urban Dictionary para coolhunting dice: “La práctica de infiltrarse en culturas jóvenes y entenderlas para predecir futuras tendencias y estilos que sirvan de informe para desarrollar y comercializar nuevos productos”.
Ahora, el aprendizaje que deja la experiencia a Bursztyn le permite afirmar que “el trabajo de coolhunting se refiere a hacer predicciones sobre cambios o surgimientos referentes a la cultura de consumo y la moda. Ayudando a las empresas a estar preparadas para aprovechar las tendencias sociales emergentes”. La diseñadora pone un ejemplo: “En el desarrollo de una colección no sólo se ‘caza’, sino que también se interpreta y se vaticina lo que vendrá, acomodándola a lo real del mercado local”.
Pero, ¿para qué quieren las empresas disponer de todo este cúmulo de información? Muy sencillo. El objetivo no es otro que fabricar nuevos productos o adaptar los existentes a las exigencias de los consumidores, a las nuevas modas, a los nuevos diseños y a las nuevas estéticas. En definitiva, a estar un paso por delante de la competencia y a vender más. Según los expertos, disponer de dicha información supone una ventaja competitiva clave.
El concepto, que arrasa en Estados Unidos y en Europa, y que en Bolivia aún no es conocido, se ha convertido en el pilar fundamental en la industria de la moda, aunque un ‘cazatendencias’ también trabaja para sectores como arquitectura, gastronomía, arte o publicidad. Por ejemplo, una firma de videojuegos puede estar interesada en cuál es la música que escucha, qué es lo que lee o cómo habla un niño de 12 años. “No te olvides que es un área de mercadeo, donde se sale a la calle a entender qué es lo que está pasando o cómo los consumidores se están adecuando a las cosas que se venden en las tiendas, cómo le da personalidad a lo que usan. De las mismas personas se están extrayendo ideas”, aclara Bursztyn.
Los coolhunters, que son como los ‘intérpretes de la sociedad’, han demostrado que son muy eficientes. Algo que reconoció el vicepresidente del emporio de Giorgio Armani, Robert Triefus, que definió su trabajo como fundamental en el mundo de la moda. “Nos ayuda a saber más sobre las tendencias del sector y las próximas novedades”. Para Cécile Huyghe, responsable de mercado de Burjois-Chanel, un cazador de tendencias “permite conocer lo que ocurre en todo el mundo y nos aporta la inspiración que necesitamos para nuevos productos e ideas”...
Claro que obtener la información de un ‘libro tendencias’ (en el que se incluye bastante apoyo gráfico) no es nada barato. El sueldo de un coolhunter depende de una serie de factores, como la complejidad del estudio que realice, el tiempo destinado a ello, la dificultad para acceder al público que se debe analizar y la empresa que le contrate. Aunque no hay una tabla salarial definida, un profesional puede ganar entre $us 3.500 y $us 15.000... si no es más.
El método más habitual para reclutar un coolhunter es por la Internet, al menos esa la estrategia de la que suelen echar mano empresas como Puma o Harley Davidson. (sigue leyendo acá...)
(Fotos gentileza de Mónica Bursztyn)
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